Pipas

«Semillas de girasol con cáscara salada» dice la etiqueta de la bolsa. Lo que vienen siendo pipas en España. No es fácil dar con ellas fuera y yo soy un auténtico adicto. Lo confieso. Siempre que estoy por esos mundos de Dios tardo días en superar el mono una vez que se agotan las existencias de mi maleta. Por eso encontrarlas ayer en un kiosko del barrio fue todo un subidón.

La semana pasada os hablaba de pasar ratos al sol en la terraza y esta de comer pipas. Viajar tiene mucho de resistir y es necesario ser capaz de disfrutar de estas menudencias cuando vienen mal dadas.

Los que saben lo que nos conviene no dejan de invitarnos últimamente a abandonar nuestras respectivas zonas de confort. No están claras las razones de su insistencia, quizá sea solo una moda absurda como tantas otras, pero de un tiempo a esta parte es imposible leer un periódico o escuchar la radio sin toparse con algún experto en vidas ajenas impeliendo al personal a dejar atrás sus míseras y cobardes existencias en busca de lo desconocido, a lo Indiana Jones. No sé vosotros pero yo prefiero mil veces estar cómodo a estar jodido. Y justamente para eso, para no estar jodido quiero decir, hay que ser capaz de contentarse con poca cosa. A mí eso nunca se me ha dado mal.

Esta entrada fue publicada en Matt "El viajero", Porteño y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Pipas

  1. Alejandro dijo:

    Acá también se les dice pipas, lo que pasa que compraste de «marca gourmet» 🙂 Las venden sueltas a una fracción del precio que pagaste esas seguro.
    Totalmente de acuerdo con la segunda parte.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.