El pucelanio puede pasar desapercibido en un vistazo superficial a la tabla periódica, pero ahí está, ahí estamos. Así somos los de Pucela, gente sencilla, a la que no le gusta destacar. Quizá esa forma de ser nos la dé el relieve provincial, llano a más no poder.
En todos los años que llevo dando botes por el mundo he podido participar por correo en las elecciones generales que ha ido habiendo, y algunas de esas batallas consulares ya os las he contado. Esto es así porque por muy ultramarino que uno temporalmente sea la nacionalidad española no se pierde. Pero la cosa cambia cuando se trata de elecciones municipales y te pillan empadronado en el quinto pino; ahí ya no quieren saber nada de ti tus paisanos, por muy vallisoletano que hayas nacido. Ya no eres vecino, y como muy bien dijo Rajoy «Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde»
Ahora estoy aquí, en casa, y van a ser estas mis primeras elecciones municipales como jugador de poker. Buen demócrata que es uno, he ojeado los programas electorales de los diferentes partidos políticos y os puedo asegurar que nada se dice en ellos sobre el trascendental asunto de los juegos de cartas. No sé cómo será en otros lugares pero ningún candidato a alcalde en Valladolid apuesta por el vicio. Qué locos. En fin, a pesar de todo iré a votar, y lo haré con mi camiseta de pucelanio puesta, para demostrar que los muchos viajes no me han hecho perder las raíces, que mi pureza genética castellana sigue intacta.