Nada tan ajeno como el mar para uno de Valladolid. Pero pasado el susto inicial, las ventajas son obvias si el vallisoletano en cuestión es jugador de poker: nadie puede escapar de un barco rodeado de agua por todas partes, y en las travesías largas la gente tiende a aburrirse, y cuando se aburre juega a las cartas. Y volviendo a recordar lo del principio: no pueden escapar. Por aquello de que hay cuatro palos vamos a dejarlo en cuatro mares.
En las aguas del estrecho de Gerlache, sobre los 64 grados de latitud sur, a 23 de diciembre de 2022