La cabina

Esa cabina de la fotografía, vandalizada pero todavía en pie, era la última superviviente vallisoletana por mí conocida. Estaba en el barrio de Huerta del Rey, en la calle Ángel Chamorro para más señas. Hablo en pasado porque saqué la foto en febrero de 2021 y cuando regresé algún tiempo después ya no estaba.

Obviamente no es un fenómeno aislado, todas las ciudades del planeta han sido barridas por la telefonía móvil de su mobiliario urbano más entrañable. En Estados Unidos Superman ha perdido su cambiador ocasional y aquí, en España, José Luis López Vázquez el ataúd vertical de sus pesadillas. El fin de una era.

Publicado en Costa Parda | Etiquetado , , | Deja un comentario

Carpetas de gomas

A los señores de pueblo se nos reconoce en la ciudad por llevar carpetas de gomas debajo del brazo. Es un complemento indispensable y nunca nos falta cuando vamos a la capital para hacer nuestras gestiones. El pantalón de pana y la boina son frecuentes pero no imprescindibles; las carpetas de gomas, azules o marrones, sí lo son. La tradición arrancó el siglo pasado y ha sobrevivido a la era digital.

Somos un poco como peces fuera del agua, salta a la vista que no es nuestro elemento y nos aturden las luces y el ruido del tráfico. Llegamos a la ciudad en el autobús de línea a primera hora de la mañana y desde que ponemos pie en tierra estamos deseando pasar el mal trago y regresar al pueblo antes de que se haga la hora de comer.

Imagino que desde el otro lado, desde el lado de los urbanitas, tiene que ser divertido vernos hacer el pato con nuestras carpetas en un mundo ajeno que ni entendemos ni nos entiende. Esas carpetas de gomas suelen contener dos clases de documentos: de tipo sanitario (informes médicos, citaciones con especialistas…) y de tipo jurídico-económico (escrituras de propiedad, recibos de la contribución…). Así que si alguno está interesado en ver a pueblerinos en acción y echarse unas risas yo le recomendaría que se acercara al hospital más cercano o a la Gerencia Territorial del Catastro correspondiente. Tenemos achaques y tenemos tierras, y esas dos maldiciones nos atan al infierno urbano.

Publicado en Costa Parda | Deja un comentario

La del rey de oros

Es una carta bonita de ver. Suma cuatro puntos en la brisca, y al tute sirve para cantar las veinte o las cuarenta, según los casos. Tampoco le haría ascos ningún jugador de julepe. Los reyes ocupan el tercer puesto en el ranking de la baraja española, algo digno de respeto incluso para los no monárquicos. Yo, que jamás pasaría por borbónico, nunca tuve nada en contra de los de la baraja hasta que el otro día uno de ellos me apuñaló por la espalda.

Han tenido que pasar doce años como jugador profesional y toda una vida como aficionado a las cartas para soñar una sola vez con ellas; o al menos para recordar lo soñado al despertar. Fue una siesta movida como pocas la de ayer, tan movida que me catapultó a casi dieciocho mil kilómetros de distancia y me hizo regresar al Crown de Melbourne, al casino que fue mi segunda casa en los meses en que viví por allá. En mi sueño todo estaba igual en su poker room, exactamente como yo lo recordaba, incluso seguía en su sitio la foto de un Gus Hansen jovencico, del 2007, el año que ganó el Aussie Millions.

Hasta ahí lo ordinario. Lo extraordinario vino después, porque la cámara de los que manejan las cámaras en los sueños se acercó a la mesa en la que yo estaba sentado y pude ver que no jugaba la calderilla habitual sino pasta gansa. En ese momento crítico peleaba en medio de una mano que se había resuelto preflop y todo el dinero había acabado dentro: mis ases contra los reyes del villano. Por supuesto el riverazo llegó y sentí el  intenso dolor que acompaña a la pérdida de veintisiete mil dólares. Recuerdo la cifra exacta.

De vuelta al sofá de mi casa, ya con los ojos abiertos, no podía dejar de pensar en el maldito rey del river que tanto dinero me había costado. No era de corazones, no era de diamantes, no era de picas, no era de tréboles; era clavadito al de la foto que acompaña a esta onírica entrada. ¿Qué hacía un rey de oros infiltrado en una baraja de poker en un casino australiano? ¿Qué se le había perdido a Heraclio Fournier entre los canguros? Nadie se lo preguntó, ni siquiera yo que era el perjudicado. A todos los de la mesa nos pareció lo más normal del mundo.

Publicado en Algo de poker | Deja un comentario

Memorias de África

Si al final cedí y los colgué fue por agotamiento. Me harté de verlos cogiendo polvo en el trastero cuando todo el mundo sabe que los cuadros deben estar cogiendo polvo en el salón. No fue una decisión fácil, dar el paso costó lo suyo porque si hay algo en esta vida que odio más que los guisantes con jamón es el bricolaje.

El de la foto es el más grande de una colección de cinco que traje de Sudáfrica. Preside la pared de honor del comedor desde hace más de un año y… está torcido. Así es, yo le tengo manía al taladro y el taladro me tiene manía a mí. Y esa antipatía recíproca entre las herramientas y yo se hace extensiva al metro y al nivel.

Alguna vez escribí que me parecía ridículo coleccionar souvenirs porque los objetos sacados de contexto perdían su significado. Pues bien, traicioné mis principios y fui castigado por ello. Ahora un cuadro torcido preside todas mis comidas y me tortura cada vez que levanto la vista del plato. En el pecado llevo la penitencia.

Preguntar a las visitas hacia qué lado creen que está torcido el cuadro se ha convertido en uno de mis pasatiempos domésticos favoritos. Voy anotando todas las respuestas y hasta ahora puedo decir que hay división de opiniones. Solo yo sé que está inclinado un centímetro a la derecha. Alguno pensará que eso no es mucho, pero a mí ese centímetro se me clava cada día en el alma.

Publicado en Costa Parda, Matt "El viajero" | Etiquetado , | Deja un comentario

Drácula

En la primerísima época de este blog tuvimos a un vampiro como artista invitado: el famoso Conde Draco, experto en números y estrella de Barrio Sésamo. Doce años ha habido que esperar por el segundo: el no menos famoso Drácula de Frigo. Hice buenas migas con los dos en mi más tierna infancia y nunca nos hemos llegado a separar del todo. Amigos para siempre podría decirse.

Por enlazar ambos temas, el de las matemáticas con el de los polos, os contaré que el Drácula salió a la venta a finales de los setenta al precio de doce pesetas. Eso me ha dicho internet. Si mi labor de investigador aficionado ha sido buena, el cartel de Frigo anunciando el lanzamiento que acompaña a este párrafo debió de ser descolorido por el sol del verano del 77.

Ayer me comí uno más. El kiosquero de mi barrio no necesita preguntar qué quiero cuando me ve aparecer por la puerta. Es un vicio estacional, se reactiva cuando llegan los vencejos a mi ciudad en el mes de abril y se apaga cuando se marchan al terminar el verano. Pero a pesar de los parones invernales -en Valladolid no apetecen los helados en invierno- me atrevería a decir que soy uno de los principales consumidores nacionales.

Y más matemáticas. Ahora cuestan un euro. En sus cuarenta y siete años de vida la inflación acumulada ha llevado su precio un mil cuatrocientos por ciento arriba. Ojalá nunca llegue a ser tan pobre como para tener que dejar de comer Dráculas.

Publicado en Costa Parda, Pienso, luego... | Etiquetado , | Deja un comentario

Remedios caseros

Hay que tomar con muchísima precaución las enseñanzas de la gente moderna; a esas soluciones milagrosas para todo que circulan por internet me refiero. Puestos a elegir entre categorías de sabiduría popular me quedo con la analógica, la que nos legaron nuestros abuelos. Y lo digo como mal menor, porque lo cierto es que tampoco me fío un pelo del refranero.

Sin embargo cuando uno está en un aprieto olvida a menudo el sentido común y recurre a lo que sea. Y ese hombre en apuros era yo en un pueblo perdido del sur de la provincia de Ávila. Me acababa de quitar la lentilla del ojo derecho para descubrir con horror que el neceser con el estuche y el líquido desinfectante se habían quedado en Valladolid. En mi larguísima trayectoria como cegato era la primera vez que algo así me sucedía. Y quiso mi mala suerte que cayera en la cuenta del olvido en el peor momento y lugar, porque a las tantas de la noche y en medio de un páramo no se encuentran ópticas abiertas.

Antes de recuperar la calma reconozco que mi primer instinto fue buscar a la desesperada algún remedio casero para estas circunstancias en la pantalla del móvil. El repertorio de trucos que allí vi iba desde el sencillo recurso al agua como sustituto de la solución única -nunca lo hagáis, es una malísima idea-, hasta otros mucho más locos con varios ingredientes que no voy a reproducir aquí porque no quiero ser responsable de la ceguera de nadie.

En la composición de este tipo de productos de laboratorio de venta en farmacias y establecimientos especializados aparecen nombres tan raros como tetraborato sódico o ácido bórico, palabros todos que exceden los conocimientos y los estándares de higiene de los viejos de mi pueblo y de los sabios de internet. Se le llama ciencia, y es quizá la única creación humana de la que podemos sentirnos orgullosos.

Las lentillas tuvieron que ser sacrificadas. A la mañana siguiente un miope al volante circuló por las carreteras de Ávila tomando la línea blanca de en medio como referencia. A pesar de sus cuatro dioptrías largas en cada ojo consiguió llegar a la óptica más cercana sin que nadie resultara herido.

Publicado en Pienso, luego... | 1 Comentario

Marujo Gobo

Samantha Vallejo-Nágera se llama la señora, y según parece diseña cosas. Es la de la foto. Me pasó el folleto el otro día una de las cajeras del Alimerka de mi barrio al tiempo que me ponía al corriente de las calidades de platos y vasos. La vajilla maravillosa podía ser mía a un módico precio reuniendo los puntos necesarios en cada compra. Algo así creo que me dijo, pero lo cierto es que no atendí mucho a los detalles de la promoción porque la firma de la diseñadora ya me había cautivado. Cualquier español -o española en este caso- cuyo nombre de pila incluya las letras th, así, seguidas una detrás de otra, tiene que ser necesariamente moderno -moderna en este caso-. Y si a eso le sumamos unos apellidos unidos con guion, de esos que aportan aires aristocráticos, el éxito personal está asegurado. Decidí en ese mismo momento que yo quería para mi ajuar doméstico esa mezcla de modernez y alcurnia.

Han sido años luchando contra lo inevitable. Me llevó tiempo asumir que el sujeto avejentado reflejado en el espejo del baño soy yo, esa es la verdad. Pero hasta aquí hemos llegado: sirva esta entrada de funeral al Gobo buceador y montañero, y ocasional practicante de algún que otro deporte de riesgo; y sirva la cartilla de puntos del supermercado para marcar el inicio de una nueva etapa, mucho más acorde a mi edad, la de marujo. Prometo rellenar la cartilla con mimo, y con las gafas de ver de cerca puestas para no salirme del casillero.

Publicado en Costa Parda, Pienso, luego... | Deja un comentario

A lises va la mano

Los cristianos siempre fuimos buenos para cristianizar construcciones paganas. Hay por el ancho mundo iglesias y catedrales literalmente incrustadas en mezquitas y templos incas o aztecas, entre otros, que dan fe de ello. El gusto por la apropiación de ritos ajenos es también marca de la casa. Resultó muy conveniente, por ejemplo, hacer coincidir la Navidad con la celebración del solsticio de invierno, costumbre a la que estaban atadas numerosas culturas precristianas -este es el caso al que siempre aluden los especialistas gafotas-. Muy buenos los cristianos también ahí. Pero lo que probablemente ignoran los estudiosos del tema es que en muchos pueblos del norte de Castilla, católicos a más no poder, remamos en sentido en contrario, es decir, nos dedicamos a paganizar celebraciones cristianas, y las de Semana Santa nada menos. Dios nos lo perdone.

La última vez que me acerqué a un corro de chapas como jugador activo yo todavía fumaba. Casi todos lo hacíamos, supongo que por aquello de que los vicios rara vez vienen solos. Mis recuerdos de la época están envueltos en humo. Veinte años después volví a pasar por uno de estos antros, a los que llegan procesiones de tahúres empedernidos y no de penitentes, y pude comprobar que todo sigue igual: son los mismos personajes aunque ahora libres de nicotina y alquitrán.

En el juego de las chapas se tiran al aire dos perras gordas y se apuesta a cara o cruz. Como veis no se rompieron la cabeza los que lo inventaron. Su fineza no estuvo en el diseño del mecanismo del juego, tonto a más no poder, sino en acordarse de aquellos soldados romanos que echaron a suertes las ropas de Jesús después de crucificarlo. Convertir uno de los pasajes más delicados de la Biblia en una coartada ludópata legalmente amparada por la Junta de Castilla y León en Semana Santa solo puede ser obra de unos genios.

Publicado en Costa Parda | Etiquetado , | Deja un comentario

Los buitres no madrugan

Los tahúres tampoco. En eso se parecen a nosotros, en eso y en lo de alimentarse de carroña. Y yo diría que por culpa de esto último nos ha venido la histórica mala fama a unos y a otros. Afortunadamente, de un tiempo a esta parte la sociedad está comenzando a entender que los buitres desempeñan una labor higiénica muy importante dentro de los ecosistemas y su imagen se ha ido rehabilitando en las últimas décadas; Félix Rodríguez de la Fuente contribuyó mucho a ello, al menos en nuestro país. La función social de los jugadores profesionales no está tan clara sin embargo, y el debate sigue abierto a día de hoy. Hasta donde yo sé ningún naturalista ha salido en nuestra defensa y, si queréis saber mi opinión, os diré que nuestra mala fama, a diferencia de la arrastrada por los carroñeros alados, es más que merecida.

Señores de buitráguez en su residencia de Monfragüe

Cualquier aficionado a la observación de aves os dirá que es muy conveniente madrugar porque los pajaricos tienden a estar más activos a primera hora del día. Y eso es muy cierto en general, pero no si hablamos de buitres. Los buitres tienen un tamaño respetable y elevar al aire del alba esos cuerpazos sería un derroche energético innecesario. Son longevos y sabios y prefieren esperar a que el sol de la mañana caliente el aire y las corrientes ascendentes hagan el trabajo por ellos. Todos los que he podido ver en Europa, África y América parecen tener esa lección muy bien aprendida. Los buitres no madrugan.

Y una cosa más. En el mundo de los buitres la calvicie es la norma. Puede que sea algo antiestético pero resulta muy práctico cuando uno tiene que andar metiendo la cabeza dentro de cadáveres y rebuscando entre vísceras. Incluso el imponente cóndor, el más fardón de todos ellos con su estilosa bufanda blanca, está calvo como una rana. Este es un rasgo que también comparten con los jugadores de poker de más edad.

Publicado en Matt "El viajero" | Etiquetado , | Deja un comentario

Astral

La vida entera pensando que era aries y el otro día en un bar me dijeron que soy piscis. He pasado de ser un líder natural a un sujeto aguado y sin sustancia. Todo un mazazo a las puertas de mi cumpleaños. Porque además no me lo dijo un cualquiera, fue una bruja cualificada, «psicotarotista y vidente» según sus propias palabras.

En mis años jóvenes no había brujos ni brujas en los bares, solo golfos y golfas. Los adivinos como Rappel y una tal Aramis Fuster y otros muchos cuyos nombres he olvidado estaban entonces en la tele, una plataforma ideal para seres de luz. Pero los tiempos cambian, casi siempre para peor, y ahora el negocio de la adivinación ya no es tan provechoso como en el siglo pasado y eso, imagino, les ha obligado a descender al terreno y mezclarse entre los muggles para mendigarles unas monedas.

En fin, volviendo a mi caso, para disipar dudas y aclarar si he nacido bajo el signo de Piscis o de Aries es necesario realizar una carta astral, a treinta euros la unidad según me explicó la bruja. Y eso es todo lo que os puedo contar sobre mi primera experiencia esotérica.

Publicado en Costa Parda | Deja un comentario