El rebote del gato muerto

O dead cat bounce si lo preferís en inglés. Este del que os voy a hablar no tiene nada que ver con el de Schrödinger, cuyo gato era tan particular que podía estar vivo y muerto al mismo tiempo -sí, ya sé, es un locurón que nadie entiende pero así de puñetera es la mecánica cuántica-. Afortunadamente esa ciencia abstrusa no rige en los mercados bursátiles, que son a los que nos vamos a asomar hoy.

En las bolsas de valores los gatos o están vivos o están muertos, como Dios manda, y sin embargo eso no significa que sea fácil adivinar si han estirado o no la pata. De hecho es extremadamente complicado saberlo para los pequeños inversores, que son siempre los paganos en toda esta historia. La expresión que da título a esta entrada del blog no deja de tener su gracia, una gracia macabra, cierto es, pero con su puntito. Es una forma bastante gráfica de advertir a los incautos de que, al igual que un gato muerto puede rebotar contra el suelo si cae desde la suficiente altura, los rebotes en los mercados bajistas, esos que llegan después de fuertes desplomes, suelen ser muy poco consistentes y simplemente están anticipando nuevas caídas en las que muchos primos quedarán atrapados. Otra más de las mil minas antipersona sembradas en las bolsas de todo el mundo, donde las noticias de ayer las sabemos al día siguiente los pringaos como tú y como yo, cuando ya es muy tarde.

Antes incluso de conocer el poker creí ver en la especulación con activos de todo tipo la manera de hacerme rico. A la vista está que no lo he conseguido. Tan pobre como al principio, al menos la experiencia me ha servido para aprender a encajar mejor los golpes. Y a resistir la tentación de quejarme, porque eso está muy feo. La bolsa es una máquina de picar carne, a estas alturas ya no tengo ninguna duda sobre eso, un mundo dominado por algoritmos mucho antes de que en el poker  supiéramos qué era eso de los GTO bots. Ríete tú de Matrix. Es quizá más apropiada para señores aún más canosos que yo, justo al contrario que el poker, para el que ya voy siendo insuficientemente joven. Me encuentro en tierra de nadie pero le doy a todo, no lo puedo evitar, soy un jugón. Es divertido, es lo único que puedo decir en mi defensa, a pesar de que siempre sople el viento en contra, o quizá precisamente por eso.

El dinero está para jugárselo y si sobra algo para comer, pero solo si sobra algo. Sigo trabajando en mi epitafio pero de momento ahí os dejo el primer borrador.

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