Porteño por decreto

Por el Decreto 260/2020 concretamente, publicado en el Boletín Oficial de la República Argentina el jueves 12 de marzo. Sobre emergencia sanitaria trata el ladrillo legal.

En fin, ya da un poco lo mismo entrar en detalles de por qué estoy aquí, atrapado en Buenos Aires, y no rodeado de pingüinos. La vida tiende a ir por donde ella quiere y no por donde a nosotros nos conviene. Esa es la verdad y cualquiera con una cierta edad habrá tenido tiempo de darse cuenta de ello. Me da la risa floja ahora al recordar que hace casi diez años salí del quirófano en el que me cosieron el tendón de Aquiles pensando que jamás volvería a ver tantas mascarillas juntas. Como vidente no tendría precio.

Ayer leí -estoy leyendo mucho últimamente- un artículo sobre el naufragio del Titanic que creo que puede ayudarme a explicar la cadena de malas decisiones que me ha traído hasta aquí. ¿Vosotros sabíais que el barco más trágicamente famoso de la historia no se habría hundido si simplemente hubiese mantenido su rumbo? Pues así es. De haberse dado de bruces contra el iceberg y no de costado los daños habrían sido graves, sí, pero el Titanic se hubiera mantenido a flote y hoy ninguno de nosotros conocería su nombre. Pero claro, esa decisión solamente la puede tomar una computadora y jamás un humano. En caliente cualquier hijo de vecino en el pellejo del timonel lo que hace es dar un volantazo, o un timonelazo, o como quiera que se diga eso en la jerga marinera para intentar esquivar la montaña de hielo flotante. Y bueno, pues eso es un poco lo que me ha pasado a mí: mi humana inclinación a evitar un marrón en lugar de ir de frente a él me ha enmarronado mucho más. Supongo que conoceréis aquello de que hay remedios peores que enfermedades.

Esta entrada fue publicada en Matt "El viajero", Porteño y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.