Mediterráneo de colores

El blanco y el negro los pone el Etna y todos los colores del parchís los barcos de los pescadores de Marsaxlokk

El hecho de que los sureños seamos menos propensos a quitarnos de enmedio que los del norte de Europa puede tener mucho que ver con las altas dosis de luz que el Mediterráneo nos regala. Esta es una opinión personal y nada científica, aunque creo que no va demasiado desencaminada. Yo al menos encuentro cierta correlación entre oscuridad y tasa de suicidios. Sin luz no hay color y sin color no hay alegría. Y después están los precios de la cerveza…

Lo creáis o no, en Tromsø, muy al norte de Noruega, me soplaron por una cerve de un tercio la friolera de ciento cincuenta coronas, es decir, catorce euros largos al cambio. ¿Hace falta ser un español muy idiota para pagar eso? Pues sí, pero yo lo pagué. Aquí en Malta tenemos la Cisk, que es una dignísima cerveza, y la semana pasada en otra mediterránea isla, en Sicilia concretamente, tuve ocasión de probar unas cuantas birras locales y no me parecieron nada malas; y todas muy baratitas. En eso consiste vivir la vida mediterráneamente, nada que ver con las noches de seis meses y los precios desorbitados de los escandinavos.

Me despido compartiendo con vosotros otra opinión, tan inconsistente como la anterior, aunque esta vez sobre la cuestión etílica. Puede que para la ciencia los efectos depresivos del alcohol estén fuera de toda duda, pero a muchos la cerveza nos pone contentos -a precios razonables, entiéndase- y ahuyenta cualquier tentación de tirar del gatillo por muy mal que vengan dadas. Sin salir de mi pueblo podría aportar docenas de testimonios.

Esta entrada fue publicada en Matt "El viajero" y etiquetada , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.