Literatura de WC

La entrada de las Cuatrocientas palabras trajo cola. No os podéis hacer idea de la cantidad de feedback que generó -perdón por el anglicismo, soy perfectamente consciente de que escribir cosas así me hace parecer más gilipollas de lo habitual, pero es que siento que estas moderneces me rejuvenecen, y a mi edad eso se agradece-. En fin, el caso es que por tierra, mar y aire me habéis dejado claro que la inmensa mayoría de vosotros leéis este blog sentados en el trono. Y no, no en el de la famosa serie, sino en el otro.

He tardado tanto en escribir esta entrada porque al tomar conciencia del escatológico fenómeno quedé en estado de shock -y dale con el inglés-. Sinceramente no me lo esperaba. Sin embargo, ya repuesto del susto, debo decir que es un honor estar por delante de la etiqueta del H&S en vuestras preferencias. Supongo que eso me coloca en un indeterminado lugar entre quienes redactan la composición química de los champús y los escritores de verdad. Me parece justo.

Queda ahora por abordar el asunto de la frecuencia. Como los más veteranos ya sabrán este blog se actualiza un par de veces por semana. No me pidáis más. Malvivir del poker dando tumbos de acá para allá es mucho más absorbente de lo que la gente imagina, y eso me obliga a esforzarme por encontrar ratos muertos para mantener esto razonablemente al día. El tránsito intestinal del lector tipo va muy por delante de mi producción literaria, me hago cargo, pero de verdad que no doy más de sí. Para sincronizar nuestros relojes lo único que se me ocurre es recomendaros a todos una dieta astringente.

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