Cuatrocientas palabras

Soy incapaz de escribir tuits ingeniosos. Y desgraciadamente tampoco tengo el talento de los grandes sabios de nuestra era, de esas mentes privilegiadas que condensan el conocimiento humano en solemnes frases filosóficas -quién fuera Paulo Coelho para poder soltar surtidas perlas huecas que no dejan de rebotar por las redes sociales-. Pero no, no hay manera, yo necesito mayor recorrido para explicar lo que quiero decir. Soy un escritor de fondo y también un maratonista cuando de correr se trata. Aunque aparentemente nada tiene que ver una cosa con la otra es muy posible que haya alguna misteriosa conexión entre ambas disciplinas, algún vínculo invisible con el que todavía no he conseguido dar. No puede ser casualidad que todos los velocistas se sientan mucho más cómodos en Twitter que nosotros, los fondistas. Usain Bolt es a ciento cuarenta caracteres lo que Gobo es a cuatrocientas palabras. Aproximadamente así quedaría la regla de tres.

Años ha, cuando yo empezaba con el blog, escuché decir a alguien que en leer esas cuatrocientas palabras se tardaban unos tres minutos. Y me pareció razonable. El tiempo es lo más precioso que tenemos, es de hecho lo único que tenemos, y andar robándoselo al personal me daba cargo de conciencia en mis comienzos blogueros. Sin embargo ahora, lustro y medio después de mi debut, caigo en la cuenta de que con miles de lectores y cientos de entradas a mis espaldas, a razón de tres insignificantes minutos cada una, las matemáticas arrojan en realidad unas cifras escalofriantes. Siento que me he convertido en un miserable ladrón de tiempos ajenos.

Desde que soy consciente del aumento exponencial de pérdidas de tiempo que este blog genera a medida que va creciendo he tratado de poner remedio. La idea se me ocurrió mientras asistía obligado a un funeral de alguien a quien ni siquiera conocía, aquí en Santiago. Dios lo tenga en su gloria, pero aquello fue un auténtico peñazo que sobrellevé como pude leyendo el Marca desde el móvil. Y he aquí la receta, es algo que voy diciendo de viva voz cuando se me presenta la ocasión aunque nunca antes lo había dejado escrito. Para aliviar mis remordimientos lo voy a hacer ahora, y en cursiva además:

Ni se os ocurra malgastar un segundo de vuestros ratos de ocio leyendo malviviendodelpoker, este blog se escribe para ser leído en clase, en el trabajo, en misa y sitios así. Puestos a perder el tiempo mejor que sea el de peor calidad.

¿Lo veis? Por más que me esfuerzo en ser sintético he vuelto a necesitar cuatrocientas palabras. Cuatrocientas treinta y siete para ser exactos. Gracias a todos por vuestro tiempo. Que sean cuatrocientas cuarenta y nueve.

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