Gobo contra Dostoievski

Atreverse con las obras completas de Dostoivski fue una temeridad. Ahora ya lo sé, no he podido con ellas. Ni tan siquiera he estado cerca en realidad: caí en el segundo asalto. El jugador se convirtió en mi primera toma de contacto y aun siendo yo más jugador que el protagonista salí de la novela tambaleándome. Crimen y castigo ha sido la que definitivamente me ha mandado a la lona, eso sí, dejándome con muchas ganas de conocer San Petersburgo.

No tengo ninguna intención de ponerme en ridículo delante de todo el mundo dejando escrito por aquí que el señor Fiódor no sabía escribir. No es eso. Pero digamos que yo, después de leerlo, no he sido capaz de descubrir por qué es considerado uno de los grandes genios de la literatura universal. Y lo mismo me pasó no hace tanto con Franz Kafka, otro de los pesos pesados según los que entienden. No lo sé, puede que en las traducciones del ruso o del alemán al español se pierda algo esencial o, más probablemente, puede que yo no tenga el bagaje intelectual necesario para valorar la obra de estos cracks en su justa medida.

Casi seguro será lo segundo, y sin embargo los grandes escritores en lengua española me encantan. No sé si tendrá que ver con una mayor afinidad cultural entre ellos y yo, o con el hecho de que su herramienta de trabajo es también mi lengua materna, pero yo no cambiaría a Baroja, a Rulfo, a Cortázar o a García Márquez por nadie. Ya no es solo que me parezcan mejores en su oficio, es que creo que les dan mil vueltas a sus colegas guiris.

Esta entrada fue publicada en Pienso, luego... y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.