Ciento y pico mil

Ciento y pico mil manos he necesitado para ganar veintitantos dólares. Esto es todo lo que ha dado de sí el mes de marzo, desde el día 13 hasta hoy. No es que sea mucho pero creo que sí que me llega para comprame una camiseta de las de I♥Malta. Por mirar las cosas por el lado bueno me quedo con el arreón que le he dado al Supernova (ya voy por el 50%) y con haberme demostrado que es posible hacer un volumen mensual de manos mucho mayor del que venía haciendo.

Y algunas cosillas más que me han quedado claras después de este mes:

• Es absurdo presionarse uno mismo con objetivos del tipo: «no pienso cerrar la sesión hasta que no arregle este desastre», «no puedo acabar ningún mes en negativo»… Ya sabéis a qué me refiero. A mí me pasa, me pasa constantemente y no puedo evitarlo, a pesar de que soy consciente de que solo estoy añadiendo más presión a un trabajo ya de por sí estresante.
• Por lo que he podido aprender de este negocio solo hay dos tipos de jugadores capaces de ganar: los que se meten en líos y saben salir de ellos y los que se abstienen de meterse en líos. Al primer grupo pertenece una selecta minoría y en el segundo pelotón aspiramos a estar los demás. Para el común de los mortales jugar un buen poker consiste básicamente en evitar situaciones que obliguen a tomar decisiones difíciles, no hacerlo así multiplica las probabilidades de hacer clic en el botón equivocado. Cada vez que se me olvida esta máxima me cuesta un pastizal.
• Y, por último, nunca jamás juegues al billar ni practiques ningún otro deporte de bar (como por ejemplo, dardos) después de una mala sesión de poker. Estas disciplinas exigen nervios templados y cabeza serena, y después de haber regado un montón de mesas con tu dinero no tendrás ni una cosa ni la otra. Mejor sal a correr o vete a darle puñetazos a un saco de arena. No es ningún consejo, me lo estoy diciendo a mí.