Nadie sabe exactamente qué es el peronismo y a estas alturas ya es demasiado tarde para preguntar al que lo inventó. Según he podido leer, la fórmula mágica ensaya una tercera vía entre el capitalismo y las garras opresoras del colectivismo, lo cual no suena mal. El ofrecimiento de amparo estatal a un pueblo al que sistemáticamente se mantiene empobrecido suena en cambio bastante peor. Visto desde fuera, todo este quilombo político con forma de red clientelar a mí se me asemeja mucho a la heroína, una sustancia -en este caso ideológica- de la que es muy difícil salir una vez se ha entrado.
En otros blogs viajeros habréis podido leer sobre platos tan exóticos como la gelatina de nariz de alce de Alaska o las tarántulas fritas de Camboya. Yo siempre he apuntado bastante más bajo, y solo recuerdo haber mencionado los sándwiches de paella ingleses o las sopas polacas como el no va más del atrevimiento para mi paladar castellano. Añado ahora a la lista el navideño pan dulce, que viene a ser un panetone a la argentina, y peronista además: justicia social a seiscientos pesos la unidad. Con él os deseo salud para este año que acaba de empezar.
Feliz Año.
¡Feliz 2023!