Valladolid visto desde Marte, con su Pisuerga y todo, no es algo a lo que uno espera enfrentarse cuando cruza la puerta de un museo. Y si ese descubrimiento tiene lugar de crío, el halo de misterio que envuelve el encuentro es aún mayor. Ya nunca se olvida.
Repetir un buen viaje siempre es arriesgado porque se corre el riesgo de contaminar buenos recuerdos. Sin embargo yo esta vez no pude resistir la tentación y volví a Madrid para reencontrarme con un cuadro que vi hace mil años. Ahora está en el Reina Sofía, presidiendo su propia sala, es de Ángeles Santos y con Un Mundo lo bautizó.