Malvivir del poker

Decir que escribo esta entrada por aclamación popular sería mucho decir, pero sí es cierto que la pregunta es bastante recurrente: ¿cómo haces para malvivir del poker? No pasa una semana sin que la escuche al menos una vez. Por otro lado, llamándose el blog como se llama, supongo que este post era necesario. Si preferís leer esto en términos berlanguianos podría hacerme pasar por el genial Pepe Isbert y dejar escrito aquí aquello de «como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar». Ahora bien, por satisfacer la curiosidad de la media docena de jugadores afines a malviviendodelpoker no quiero perder a la docena de lectores que me siguen asiduamente y a los que el poker les importa un pito. Por lo tanto debéis comprender -a vosotros los tahúres me dirijo- que no me ponga muy técnico.

Inicialmente esto iba a ser un manual de bolsillo, algo así como un decálogo de buenas prácticas para malvivientes. Pero al rato, mientras enumeraba de cabeza todos los puntos de interés, me di cuenta de que el topic -siempre quise escribir eso- no daba tanto de sí, y que en resumidas cuentas todas las líneas convergían hacia un único lugar, un viejo conocido de los malos estudiantes. A la ley del mínimo esfuerzo me estoy refiriendo.

Un juego de cartas, cualquier juego de cartas, es algo lo bastante estúpido como para que no merezca la pena dedicarle más atención de la estrictamente necesaria. Al menos eso pienso yo. Por ello, una vez alcanzado el umbral de la superviviencia me parece mucho mejor dedicar el escasísimo tiempo que nos ha sido dado a otros asuntos. Si hablamos de cash games ese umbral estaba y sigue estando en NL 100, y aunque honestamente desconozco dónde se encuentra el límite en donkas o spinetes, estoy seguro de que los especialistas de esas modalidades pueden fijarlo con precisión. Es una línea invisible que separa a los que malviven del poker de los buenos, una frontera etérea a partir de la cual la curva de aprendizaje se empina de veras demandando una cantidad brutal de esfuerzo por cada milímetro que se pretende avanzar.

Pero ojo, porque tampoco quiero hacer creer al personal que ser un gandul es una profesión exenta de riesgo. Todos los que habitamos este mundo raro sabemos lo deprisa que se mueve el poker. No hace falta que nadie nos lo cuente porque estamos obligados a pelear cada día a cara de perro para mantener el tipo en un ambiente extremadamente competitivo. En medio de esta guerra encontrar el momento exacto para dar un paso al frente justo antes de que el suelo ceda bajo tus pies es todo un arte, cualquier gandul lo sabe, y yo en esa materia me he convertido en un artista. Seguramente habréis escuchado alguna vez eso de que salir a empatar un partido es garantía de derrota. Pues bien, aunque los periodistas del Marca adoran ese mantra, en realidad nada demuestra que sea necesariamente cierto. Asumiendo los peligros que entraña puede hacerse, se puede salir a empatar y no perder. Doy fe de ello.

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