Hace ya tantos años de eso que casi ninguno de los que lean esta entrada recordará por qué fue hasta allá la niña cantora.
A día de hoy tengo entendido que la gente que se pasa por Río de Janeiro lo hace por su sol y playas, las caipiriñas, las mulatas y mulatos, los carnavales o todas esas cosas juntas. Pero existen otras alternativas alejadas de lo que dictan las guías turísticas y los turoperadores internacionales. Os puedo contar, por ejemplo, que unos cuantos frikis iremos allí este fin de semana a correr un maratón con un calorazo y una humedad de espanto. Porque de todo tiene que haber en la viña del Señor.