Whisky con hielo

Un glaciar tiene mil maneras de matarte. Y todas son bonitas.

Nunca puedes estar seguro del grosor de la capa de hielo sobre la que caminas ni de la estabilidad del techo de la gruta en la que gateas. Vistos desde la barrera los glaciares quizá parezcan masas de agua helada inerte pero lo cierto es que están tan vivos como tú y como yo. No dejan de moverse, y algunos, como el Perito Moreno, lo hacen muy deprisa. Seracs, grietas y sumideros aparecen y desaparecen, se transforman y cambian de lugar de la noche a la mañana. Por eso, una vez finalizada la aventura, nada mejor que tomarse un whisky para celebrar que el glaciar te ha perdonado la vida y además te ha regalado algunas de las imágenes más bellas que verás jamás.

Recuerdo haberme tomado un Chivas de 25 años con un promotor encorbatado hace ya muchísimo tiempo, en mi época de ladrillero. Y no voy a decir ahora que no me gustara, pero, si tuviera que elegir, me quedaría a ojos cerrados con el whisky barato que bebí sentado sobre el Perito Moreno. Quizá sea porque el hielo que lo acompañaba llevaba cinco siglos allí.

Sentado sobre el Perito Moreno, a 20 de marzo de 2018

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