Al margen de lo evidente -ya está empezando a hacer calor de verdad-, hay unos cuantos indicadores que apuntan a que el verano ya ha llegado a Malta. Ahí va el reportaje fotográfico:
Rara es la cosa a la que no ponen bombillas en Malta: iglesias, fachadas varias, coches poligoneros… Las barquitas no son una excepción, al menos las que se reciclan en verano para servir de góndolas a los enamorados.
Los insectos son otro de los marcadores estivales. Las chicharras todavía no han dicho ni pío pero mosquitos y cucarachas ya están empezando a dar la lata. La de la foto es compañera de piso, compartimos la cocina y el baño. Tienen un tamaño respetable y no son tontas. Como diría un taurino, enseguida desarrollan sentido y si te esquivan el primer zapatazo después es muy complicado darles matarile.
Obra pública. Ahí, aprovechando el calorcito. Ésa es mi calle: polvo y ruido todo el día. Una fiesta… Así no hay quien juegue al poker.